El primer paso para desarrollar una habilidad es determinar exactamente qué tipo de habilidad estamos construyendo. Todas las habilidades pertenecen a una de las dos categorías siguientes: “duras” o “blandas”.
Las habilidades duras son acciones de gran precisión son ejecutadas siempre de la manera más correcta y rigurosa posible. Se trata de habilidades cuyo desarrollo conduce a un resultado ideal, habilidades que cabría imaginar realizadas por un robot de confianza. Las habilidades duras tienen que ver con un tipo de precisión “reproducible”, y tienden a darse en acciones especializadas, sobre todo las físicas. Algunos ejemplos pueden ser el golpe de puño recto de un practicante de wingchun, el swing de un golfista, el saque de un tenista y, en general, cualquier otro movimiento atlético preciso y repetido.
En estos casos la meta es desarrollar una habilidad que funcione como el mecanismo de un reloj suizo, es decir, que sea fiable y precisa, y que opere siempre de la misa manera, automáticamente, sin fallar nunca. Para las habilidades duras debemos ser rigurosos: son herramientas eficientes que no pueden fallar en el momento que las precisemos.
Las habilidades blandas, en cambio, son acciones de gran flexibilidad que nos permiten alcanzar un buen resultado a través de múltiples caminos, no solo de uno. No se trata de hacer siempre lo mismo de una manera perfecta, sino de mostrarse ágil e interactivo, de reconocer al instante los patrones a medida que estos se despliegan y de tomar decisiones inteligentes en el momento oportuno. Estas mismas tienden a darse en actividades más generales, menos especializadas, sobre todo en las que incluyen la necesidad de comunicación. Algunos ejemplos pueden ser: un peleador que intuye una debilidad en una defensa y decide atacar; un agente de bolsa que descubre una oportunidad oculta durante una jornada comercial caótica; un policía nocturno evaluando un peligro potencial, o un director ejecutivo que sabe interpretar la atmósfera de una negociación tensa.
Con las habilidades blandas perseguimos la capacidad de reconocer rápidamente un patrón o una oportunidad. Las habilidades blandas tienen que ver con interpretar, reconocer y reaccionar: nos invitan a visualizar cómo transformar una situación negativa en positiva.
En general los asiáticos tienden a ser grandes maestros de las habilidades duras, y por eso tienen una predisposición a la repetición infatigable de ejercicios. Los occidentales, bajo otro paradigma cultural, tienden a desarrollar mejor las habilidades blandas, pero muchas veces sin constancia.
En mis viajes de entrenamiento en Wing Chun a China y a diferentes países de Occidente (América Latina y Europa), este modus operandi se repite. En mi opinión es necesario desarrollar los dos tipos de habilidad. Cada uno sabe cuál necesita más, y es difícil realmente encontrar maestros reales que posean las dos habilidades e incentiven a sus alumnos a desarrollarlas.
El objeto de este artículo es mostrar que las habilidades duras y blandas son distintas. Literalmente, usan distintas estructuras de circuitos cerebrales, y por eso se desarrollan a través de distintos métodos prácticos.
En la siguiente semana iremos viendo métodos para ir desarrollando y reconociendo mejor las habilidades duras y blandas. Como instructores profesionales, debemos brindar en las prácticas ejercicios donde podamos ayudar a las personas a desarrollar las dos habilidades. De lo contrario, la instrucción será incompleta.
Las habilidades duras nos invitan a tener herramientas de calidad. Las habilidades blandas desarrollan nuestra capacidad para entender cuándo es la mejor oportunidad de aplicar estas herramientas y cómo adaptarlas a cada situación particular.
Me gustaría que compartieras qué es para vos una habilidad blanda y dura dentro de la actividad que realizás.
Sifu Galo Villanueva, cofundador de WT KUNG FU y director de la Academia de Recoleta.